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sábado, 2 de enero de 2021

Nochevieja en Cuzco

Son las 6 de la tarde en Cuzco, antigua capital de los Andes. Excelente temperatura, 19 grados. Celine sentada en una de las macizas sillas de madera que decoraban el exiguo balcón, que da a una de las estrechas calles alrededor de la Plaza de Armas. ¿Una taza de mate mademoiselle?. Celine sonrie y sigue alabando el ceviche tan rico que habíamos comido en Barra Ceviche, en el Centro Histórico de la ciudad. Habría sido excelente si aquí se fuera inmune al virus que sigue acosando a todo el mundo este año , pero a pesar de todo, lo estamos pasando bien. La calle que vemos desde el balcón del hotel me recuerda a mi infancia , a los momentos previos a la fiesta septembrina en la que se guardaba el rito de la siesta, para después empezar poco a poco a coger el ritmo de la noche. Apenas había pasado una hora desde la primera taza de mate y comenzamos a reflexionar sobre el difícil año y sobre los cambios, a los que como paja que se desprende del campo tras un leve soplo de viento, trae la vida. Un año que,pese a lo arduo que nos brindó, nos ha permitido valorar lo esencial y más valioso ante nuestros ojos. Por un lado, obviamente la salud ,y la libertad de ser quien de verdad deseas ser, sin ataduras, sin prejuicios y con voluntad. Jugamos a retroceder en el tiempo, acorde a la ventura de dos dados, dentro de un juego de azar que reposaba en uno de los estantes del mueble de la habitación. Seis más seis, -vaya- exclamo, 12 años atrás entonces. Apenas recuerdo donde estaba, se me hace cuesta arriba hacer memoria de aquello, por lo que le cedo el turno a Celine. A ver, tres más cinco, ocho años atrás. !Yo si lo recuerdo!, -dijo sonriendo nuevamente- Bueno pues en ese momento viajé a España por primera vez. Todavía me quedaban dos años para acabar la carrera de Literatura Española en París y con el grupo de clase viajamos a Madrid. Está todavía vivo en mi mente , entre otras cosas porque nadie se creía que aún no hubiera cruzado la frontera pese a estar estudiando su idioma, pero mi vida en aquél momento no me daba para tales lujos. Si tuviera que describir la habitación diría que recoge un ambiente de magia y nostalgia en este preciso instante. Ahora ya va oscureciendo y Celine sigue describiendo aquél año de su pasado como si lo estuviera viviendo de nuevo, hasta el más mínimo detalle incluído. Poco que decir querida- asiento con la cabeza. Sigo sin recordar nada, lo cual quiere decir que fue un año vacío, con tristes pinceladas de ego y malos sentimientos a mi alrededor, todo patrocinado por alguien que contaminaba con su frustración y fracaso de vida a los demás . Dejémoslo ahí,!es nuestra noche !. No puedes poner vino nuevo en botellas viejas- jajaja. -!Ves!, mi español es casi perfecto-.

viernes, 13 de noviembre de 2020

ESPERANZA

En mi estancia en Paris durante seis meses encontré un libro lleno de polvo , en un estante de una vieja libreria de Montmartre. Lo que me llamó la atención de aquel antiguo y mohoso libro fue encontar en el capítulo primero los diez lugares más románticos del mundo. En primer lugar, descubrí sin sorpresa, que uno de los diez primeros estaba Paris, sin embargo, llamó mucho mi atención el lugar específico que señalaban: el cementerio Père Lachaise. Con gran curiosidad leí el artículo completo y descubrí que se consideraba un lugar tan romántico pues está ahí la tumba de Angie y Mario. Recordé entonces la historia de aquellos amantes españoles, que tras un sinfín de aventuras y fatídicos desenlaces, legaron en sus cartas su intensa historia de amor, a mi parecer la más conmovedora de todos los tiempos. ¡Qué historia más trágica y romántica! El amor de Mario y Angie ha atravesado los siglos y ha sido objeto de cientos de estudios e inspiración para innumerables novelas. Yo leí la historia relatada por Régine Pernound, quien hace un excelente trabajo situándonos en el contexto , fiel a la verdad histórica, basándose en las cartas de esta pareja que nunca dejó de amarse, así como en diversos textos de la época. Una historia de amor sin límites, que sigue inspirando a quien la escucha. Dos amantes, cuyos restos mortales siguen siendo punto de encuentro para miles de enamorados. Un legado de cartas que constituyen una preciosa lectura de amor.

lunes, 25 de mayo de 2020

EPISODIOS CONSULARES. XLV

Contaba que su último sueño fue con quien le dio el gran impulso a su vida, en su carrera. Era su abuelo. También contaba en más de una ocasión, así creo recordar, que no pudo despedirse como hubiese merecido tras tanto esfuerzo y pundonor puesto en su educación y en otros menesteres . Supe de estos datos, antes de que el lector lo malinterprete, por las continuas conversaciones tenidas con Marcus (así se quería hacer llamar). Nunca me pareció impetuoso el hecho de nombrar a su ascendiente, un hombre que había abandonado parte de sus caprichos y hábitos en sacrificio de ayudar y entregarse a quien más quería. Aquélla última tarde en su casa, revivió sus diálogos, viajes y consejos dictados con el mayor amor posible . Como si ya fuese conocedor de su inminente partida , allí postrado en la cama rememoró con voz taciturna la escena futurista e incomprensible que presenció en su juventud sobre su dulce tránsito, en un ya desaparecido Pub de su pueblo. Un flashback de apenas segundos, mientras todo a su alrededor se detenía. El tiempo se detuvo y el espacio no pertenecía a aquella dimensión
. Y así se vió como ahora yo podía testificar, metido en la cama de una antigua casa de paredes blancas y estrecha celosía que magnificaba los últimos destellos de una tarde de Mayo. Incluso tras su primera semana después de llegar a Beirut, contaba sus Déjà vu vividos en la ciudad. Recuerdo que eran los primeros días en la oficina y lo reseñaba con gran ímpetu. Sinceramente, nos burlamos de la expresión contenida en sus ojos, mezcla de misterio y alucinación. Podría incluso reconstruir las palabras de nuestro compañero americano Dave; “la fantasía del novato que contará que tuvo una vida pasada aquí…”. Afortunadamente, yo fui quien más tiempo pasé con él y esta vivencia fue siempre recordada, sobre todo en las tardes de viernes en las que nos arrimábamos unas cuantas cervezas. Ahora aquí delante de su cuerpo, empiezo a entender un poco de sus por entonces “delirios”, de sus anhelos y de las otras tantas historias. Y es que a partir de aquí me veo en la obligación, que no condición ,de rememorar lo que bien podrían llamarse profecías. Su mejor recuerdo de sus idas y venidas a su país, el paso por el Hostal de la señora Antoinette de la Fayette en Madrid; su belleza, amabilidad y cortesía habían sido una constante en múltiples conversaciones. Contaba que había sido alguien especial en su vida , preocupada en todo momento por su bienestar en la casa, por su comprensión y apoyo ante tantos problemas por aquél entonces. Hasta hacía poco tiempo habían mantenido un tímido contacto. -Señorito- solía llamarle así Antoinette. Aquí disfrutamos las buenas atenciones a nuestros clientes. Nos sentimos felices, pero ¿Cuándo?. De una forma intencional disfrutamos con felicidad, atendiendo a un familiar, a un amigo o a un desamparado. Es fantástico atender a un soñador como tú. Le decía a Marcus en repetidas ocasiones. De hecho, la mencionaba con tal decoro y pulcritud que más bien parecía novelar los episodios malogrados de un antiguo amor imposible. Sin embargo, a mi parecer era algo bastante contradictorio. Lo que si quedó claro fue que Marcus le falló en algo que nunca me contó, y por lo que sintió aflicción hasta el último halo de vida.

martes, 12 de mayo de 2020

¿Por qué cantan los grillos cuando hace calor?

Lo más curioso del ambiente de recreo parisino, años atrás, fue el cambio dramático adoptado en los cafés. Sí, en los cafés de la ciudad en el que los intelectos nutrían la mayor parte de las tertulias y que había declinado progresivamente en otro status de más cuestionada raigambre. Aquél status de pensadores libres, intelectuales, de jóvenes Voltaires, Rousseaus y Diderots en el Café Procope, había sido suplantado por los grillos de calle. Estos , con la llegada del calor del estío se instalan en las calles, en donde puedan ser bien oídos más que escuchados. Van calentando sus frios cuerpos (son de sangre fría). Su exposición al sol persigue obtener la energía óptima, y cuando la alcanza se pone manos a la obra. Entonces, el grillo come, excava, defiende su territorio, vocifera y golpea sin piedad los oídos ajenos. Toda una vida apasionante. En palabras de Louis-Sebastian Mercier "estos bichos solo sirven para hacer ruido". Los epicentros del ruído se van desmarcando, y de los asiduos campos y parcelas acotadas, van ocupando lugares pulcros e ilustres más identificados con otros tiempos. Tal y como sucedió en París, con el famoso Palais-Royal, referente en la ciudad allá por 1781, en la noche previa a la Revolución, con algunos de los ilustres como el Café Italien, Café de Caveau, y Café de la Regena, desplazaron al Procope. Un lugar de culto, sin lugar a duda. Dicho esto, otorgamos especial poder a la convergencia de lo popular y las élites culturales, que van siendo desplazados por los grillos de verano. Y es que podría asegurar que la palabra "politiquear" salió de las discusiones de los nuevos centros de reunión. Palabra pues, que admite que en tales círculos hubo encuentros entre distintos pensamientos y doctrinas filosóficas y políticas pero ya muy descafeinado, más bien de sobre (nunca mejor dicho) y sin argumentos sólidos. Quizás en parte por irse ganando terreno la herrumbre del discurso patriótico adoctrinado de bandera nacional. Afirmaron, fieles a la doctrina teodoriana, haberlo visto venir, haciendo gala de su más ingeniosa versión en pro de la falacia, y vergüenza más grande jamas vista. Ni la mejor versión de la comedia de Moliere hubiese dado justicia a tal variedad de escenas escalofriantes y emponzoñadas. Sin embargo, y muy a su pesar, de gran ayuda al orden político actual.

viernes, 1 de mayo de 2020

Encuentros en El Pikab

Los recuerdos del Pikap son innumerables. Desde los primeros días en Estambúl , Marcus había intentado contactar con alguien cercano y colega para no sentirse solo y descubrir los encantos de la ciudad. No fue posible hasta el tercer día en el que tras una llamada de la Embajada española de Ankara, le instaron a contactar con Mr. Willianson, un consejero americano que supuestamente iba a llevar el caso de algunos exiliados políticos turcos en los Estados Unidos y en el sur de España. Y así se dio, un martes de agosto con las calles prácticamente vacías de transeúntes, comercios cerrados y un ambiente de calma que más bien se asemejaba a la escena inicial de la película española “Abre los ojos” dirigida por el director español Alejandro Amenábar. El reloj marcaba las 11.30 y Marcus sentado en uno de los bancos que hay enfrente de la Mezquita del famoso barrio de Nisantasi, esperaba a Willianson quien le había comunicado y confirmado por whatssap la noche anterior el encuentro en el mismo lugar. (“I'll be there at eleven-thirty Mr. Marcus”-confirmó en su mensaje el gringo). La temperatura, sin bien no pasaba de los 28 grados, la humedad provocaba que la sensación de calor fuese todavía más que en otros lugares con más de 40 grados incluso. La mezquita, en continua reconstrucción, es reconocida en la ciudad por ser centro de culto de notables y célebres personajes de la alta sociedad estambulita. Años más tarde tuvo el honor de asistir al sepelio de eximios personajes de la política nacional turca.
La calma y el silencio dotaba al espacio que circundaba al templo un mayor aire de sacralidad y espiritualidad. Pero, ¿quién sería este tipo con el que la Embajada me había puesto en contacto?, ¿El típico americano prepotente con ganas de hablar de geopolítica y estrategias?, o por el contrario ¿sería alguien solitario, como yo en estos momentos, quien agradeció aquel meeting y con el que pasaríamos una plácida tarde de verano bebiendo..no se que ?- Se preguntó Marcus, mientras miraba una y otra vez su reloj en el que la aguja grande sobrepasaba el numero 9. Al menos ya sabía que la puntualidad no era su fuerte, y realmente es algo que le molestaba enormemente. Se hizo la segunda llamada al Adhan, أَذَان, a lo que al español cristiano, católico y apostólico nombra como el rezo, con un enorme estruendo, y que invitaba al mayor de los respetos a eso de las doce menos cinco minutos, al tiempo que por el lateral derecho del rectangular parque adyacente aparecía el Señor Willianson. El hecho de su procedencia afroamericana añadió un toque más de curiosidad al asunto. Un hombre robusto, de entre 35-40 años, si bien no demasiado alto, de un metro setenta centímetros aproximadamente. Al estrechar su mano Marcus pensó que la habría perdido por un par de días al menos. El apretón fue de libro. Sin embargo, algo que llamó especialmente la atención de Marcus fue la manera de andar. Sí, la manera en la que andaba con los pies hacia afuera, y es que a principios de verano había estado en un curso de psicología en el que se mencionó la Teoría del ya fallecido psicólogo Werner Wolff. (Si se atenía a tal teoría, aquélla manera de caminar implicaba en palabras de Werner “buscar atención a cualquier precio, internamente inseguro, aunque intenta aparentar seguridad antes los demás, aburrido y servil). Su expresión en la cara , manteniendo una constante sonrisa que acentuaba los dientes blancos en contraste, obviamente, lo cual bien podía reflejar el hecho de que su estancia en estas tierras, no estaba siendo del todo malo. Al menos así lo parecía al principio. Tras saludarse, y con el justo y necesario protocolo comenzaron a caminar sin saber a dónde ir. En estos días, tras el periodo de Ramadán, los restaurantes y la mayoría de cafeterías o teterías suelen cerrar al menos los dos o tres primeros días. Podríamos compararlo guardando la distancia con la Navidad, en los días 25 y 1 de enero. Una llamada a su teléfono, les marcó el itinerario y despejó de cualquier duda, que suele pasar cuando quedas con alguien por vez primera, de que si vamos aquí o allá, si te apetece un café o algo más … ¡Vámonos al Pikap!.- dijo el Señor Willianson en un español con marcado acento americano de La Florida. El motivo de la repentina decisión fue la llamada de un colega suyo, el Coronel Selçuk. Y en lugar de encuentro fue como no podia ser otro aludiendo al titulo del episodio. El Pub Pikab. El Coronel esperaba sentado, cerca de una de las ventanas, con un brazo apoyado en la misma y con el otro agarrando una Bomonti Fıltresı de barril. Su saludo fue muy efusivo. Se conocían de años y eso se apreciaba. Selçuk era un hombre de más de 50 años, de extrema delgadez, de tez blanca y pelo cano. Ya, en su etapa de jubilación presentaba una leve cojera en su pierna derecha. Tenía un carácter amigable, como la mayoría de anfitriones del país al principio. Sus ojos llorosos indicaban que aquella cerveza Bomonti que bebía no era la primera, ni sería la última tampoco. -Welcome to Istanbul Mr. Marcus- saludó el Coronel con mirada telegráfica. -Hoş bulduk (en turco corresponde a la respuesta al bienvenido). La primera impresion de aquel lugar recordaba a los típicos bares de las películas de Vietnam. Ventiladores gigantes colgantes, mobiliario de madera con marcas de clientes, en un turco incomprensible en esos momentos para Marcus, pero que intuía que podrían ser de amor. Aquél ambiente y la melancólica música que rozaba lo dramático, y que supuraba por unos exiguos altavoces colocados en los córneres del salón, podrían tener conexión con aquellas marcas en las cuadradas y antiguas mesas de madera. Llamó la atención de Marcus, que la gran mayoría de clientes ocupaban una sola mesa, guardando una relativa distancia. Pensativos, melancólicos, llevados por los designios de las líricas a otros momentos, que sin lugar a duda le llenaban de felicidad. Años más tarde, Marcus se sintió parte del grupo. Desde aquella ventana también había añorado …

sábado, 18 de abril de 2020

Episodios Consulares (II)

…Y en la dificultad de discernir lo que es real de lo que no lo es, nos mantenemos firmes en ese orgullo estúpido que no nos conduce a nada más que a la miseria. Marcus había estado fuera más de un año, en lugares tan inhóspitos como para pensar que nunca más volvería a verla. ¿Y cómo iba a olvidar esa piel y esas manos, el tacto de aquel primer abrazo a quemarropa,?. Aún así, tras aquélla reunión fallida en Beirut con los siempre temerarios e impredecibles miembros de “המוסד למודיעין ולתפקידים מיוחדים HaMosad leModi
ulTafkidim Meyuhadim ,o lo que es lo mismo, El Mossad, y vista la situación internacional en la zona en la que el Levante Mediterráneo sufre aún la agresión de países occidentales y grupos terroristas organizados, armados y financiados por Estados Unidos y sus socios sionistas y wahabitas, la correlación de fuerzas había comenzado a tener un viraje que beneficiaba a las fuerzas del Eje de la Resistencia. En ese marco, hacía pocos días que se conmemoraban los doce años del término de la denominada Guerra de los 33 días en El Líbano, que significó la derrota de las fuerzas sionistas que invadieron el país levantino, con el objetivo de tratar de destruir a Hezbolá, mediante la excusa de recuperar a soldados israelíes capturados y alejar este Movimiento más allá del límite del Río Litani. Y Allí, muy cerca tuvo lugar el fatídico accidente. Las fuerzas del Eje aumentaban sus efectivos, Hezbolá más activo que nunca, pese a las informaciones erróneas llegadas desde el EU INTCEN, y “una vez más” (hubiese dicho el desaparecido colega Márquez). Sólo pudo recordar un estruendo. Marcus pensó en lo peor ; tiradores camuflados en las siempre peligrosas carreteras, la coalición confundiendo los vehículos que supuestamente debían dejar pasar, escuadrillas de asalto, ó actos aislados de grupos del Estado Islámico en declive . Quizás, a día de hoy sólo el compañero Márquez tiene la respuesta. Sí, y seguro que escuchando su preciosa música de meditación, aunque ahora ya no sea un calmante para sus noches en vela. Todo sea un alivio para él. Fue un buen hombre, casado y dos hijos. La paz sea contigo amigo- pensó Marcus. Nada se supo hasta 10 después. Dos costillas rotas y traumatismo torácico con acceso a la pared ósea del torax , pleura y pulmones . Ese fue el diagnóstico. Fueron días de desorientación, de confusión, de pensar realmente en el sentido de la vida ; existencia, conciencia y felicidad. ¿Felicidad? ..Aquella enfermera me recordaba a Vicky -Se preguntaba una y otra vez interiormente Marcus. Tenía su misma sonrisa, su porte al andar, incluso su mal carácter cuando le rechazaba la comida del mediodía. La acababa de ver en sueños, no podía olvidar su cara mientras dormía después de haber hecho el amor. -Quiero mis pastillas- Gritó Marcus aturdido, enfadado quizás por venirse a él la triste realidad del momento. Siempre le sucedía después de la sexta hora de la tarde. La Hidromorfona no era administrada hasta tarde, al menos las 10 de la noche, como colofón al dia completo de curas y diferentes pruebas diagnósticas. Así fue la rutina , al menos durante tres días seguidos. Dia 4. Señor Marcus -dijo la enfermera con tono afable y melancólico. (ya empezaba a darle pena), Mr. Conrad ha llamado y le ha dejado un mensaje. ¿Quiere que se lo lea?. -Me da igual- Contestó Marcus con tono áspero y seco. Estos tres días tras el accidente le habían cambiado. Ni siquiera le había conmovido el hecho de que le mismo director de operaciones le hubiese llamado personalmente. Se maldecía de no haber renunciado el año anterior y haber sido más valiente en su decisión por quedarse en tierra patria, junto a ella. Pensaba que los síntomas de muerte y nacimiento se confunden, y en esta situación a la vez agónica y compleja, se hace patente el genuino problema de fondo: la impotencia de la humanidad para llegar a ser una verdadera humanidad.

miércoles, 15 de abril de 2020

Episodios Consulares (I)

Eran más de las dos de la tarde y deambulaba por una de las amplias calles de Clearwater en Florida. Apenas, algún que otro transeunte. El calor era abrasador e incluso en la sombra la sensación de humedad y calor extremo se hacían notar. Buscaba un bar, necesitaba matar el tiempo y relajarme después de la intensa primavera en el Oriente Próximo; Beirut, Alepo, Medina y Estambúl. Me dirigí a Clearwater Beach, una de las playas más bonitas de Florida. Allí una cantante de reggae amenizaba el mediodía con un encomiable manejo de guitarra y voz espectacular en la esquina del bar, enquistado en medio de la arena de aquella playa de aguas cristalinas. Aquél local, era de lo más típico americano, con camareras atractivas, rodeado por los cuatro costados de típicos Red necks, sedientos de cerveza y charlas inapropiadas. Por fín podía elegir beber entre las más de 40 diferentes marcas de cerveza, entre locales e internacionales. Recuerdo que la tarde anterior, recién llegado de New York, había comprado una sudadera del ejército americano para Vicky, todo mi pensamiento estaba sumido en ella. Hasta el día 3 de mayo de ese mismo año, nadie había entrado de tal manera en mi corazón, fue algo intenso. Algo teníamos en común, de eso no cabía duda, y pensando que la espera no iba a ser en vano, disfrutaba cada momento, comprando ropa, pequeños detalles de un país tan lejano, con un inmenso océano que nos separaba, imaginándome cada prenda en su figura, en el constante fluir de nuestros pensamientos plasmados en escritura cursi, a veces absurda, pero repleta de sentimiento. Con la melodía de “Stronger than me” de Amy Winehouse tomé la segunda cerveza e imaginé el momento. En menos de una semana la vería. ´Cause I´ve forgotten all of Young Love´s joy” sonaba a no menos de dos metros de mí. Soñar es bonito, pero si la realidad después te lo confirma, es un premio me decía a mi mismo. Y es que ya estaba en mí, en el quehacer diario, desde la mañana hasta bien entrada la madrugada. Aún sin estar, la tenía. Era pura magia. La vida siempre es cuestión de perspectivas. Del calor de la Florida, al calor granadino, diferentes pero unidos por un mismo
motivo. Después de dar muchas vueltas, y pese a conocer la ciudad, llegué al lugar de encuentro. Un escenario parecido al de una semana atrás en las calles desiertas de Florida . Dos de la tarde , temperatura extrema pero ahora no estaba relajado como en aquél día en Clearwater Beach. El lugar de bares, en la Plaza de Toros de Granada. El encuentro fue emotivo, todavía lo recuerdo como algo insuperable. Desde fuera , a través de las grandes cristaleras pude ver su figura , sentada con las piernas cruzadas en uno de los barriles. Alli estaba Vicky. Apenas había un par de clientes, en aquel bar amplio y con decoración taurina, haciendo honor al nombre del complejo. Su condición de militar hacía que su vestido blanco nácar se ajustase a aquella figura entrenada, como si de un maniquí se tratase. El rubio de su pelo junto a su mirada intensa y sonrisa dejaban entrever un rostro atractivo. Firmeza y seguridad definían su carácter. Nos abrazamos. No había espacio ni tiempo fuera del límite de mi universo; el tiempo transcurre y se detuvo ahora.