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jueves, 24 de enero de 2019

Vacuaro

Desalojado aquél apartado y lúgubre hotel, no cabía otra alternativa posible que reiniciar o resetear que hubiesen dicho aquellos estudiantes que pasaban justo enfrente de la parada de autobús que conduciría a Angie a su destino final. Por un momento estos universitarios habían despertado en mi un grato recordatorio de tiempos pasados, de libros y vida entre aulas y bibliotecas. Dicen que recluirse y meditar por un espacio de tiempo equivalente a las tres cuartas partes de lo disfrutado en un lapso de tiempo, no mayor de cinco años , pero no menor de tres (en el caso de que que se haya llevado a cabo ese disfrute, y cada uno a su bendita manera) eleva el espíritu a su más alta expresión. Levedad o deficiencia del ser, que bien diría Kundera en sus máximas filosóficas. Pero ¿quién puede decir semejante injuria ?, ¿Acaso, debemos mezclar lo espiritual con la aritmética, con la matemática en su forma más abstracta?, o ¿es que quizás las ciencias del alma son mesurables?. !Ah, ya entiendo!, mejor nos quedemos con la raíz de la palabra y nos centremos en la mesura en su sentido de composición poética o de cordura sin más. Pongamos los pies en la tierra, y avistemos esas nuevas plazas en donde descubrir, explorar y embarcarse en nuevas aventuras que definan un firme y largo recorrido.