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jueves, 12 de diciembre de 2019

C´est la vie ca va passer

Aprendí a leer a la temprana edad de 4 años y medio. Aún recuerdo aquella pequeña biblioteca de mi pueblo, en Barinas, en la esquina del ya longevo edificio escolar, con moho y algún que otro roedor ocioso merodeando curioso. Tal cual, y pese a su pequeñez, inició en mi un hábito que todavía persiste y al cuál debo agradecer estos primeros pasos. Traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas. Los días tormentosos, cuando rápidamente se iba la luz de casa, lo cual era algo muy común, me dedicaba a repasar historias de los libros de texto, me invitaba a escribir encima de lo ya escrito, y en ocasiones a terminar historias ya comenzadas, pero que no me acababan de gustar . Era mi mejor dedicación por entonces. Pero la vida crea paréntesis, y solo quienes te alientan y creen en tí, magnifican con majestuosidad tus pequeños trabajos. No era fácil escribir historias. Al volverse palabras, los proyectos se marchitaban en el papel y las ideas e imágenes desfallecían. ¿Cómo reanimarlos? Por fortuna, allí estaban los maestros para aprender de ellos y seguir su ejemplo. Así pues, Faulkner, que es la forma -la escritura y la estructura- lo que engrandece o empobrece los temas. Martorell, el gran Josép Plá i Casadevall, Cervantes, Dickens, Balzac, Tolstoi, Conrad, Thomas Mann, que el número y la ambición son tan importantes en una novela como la destreza estilística y la estrategia narrativa. En otra vertiente, las hijas de Zeus, sí me refiero a las musas, unas que van y otras que vienen, y las más importantes las que siempre permanecen y a las que les pertenece esté mérito. Pero como decía el verso de César Vallejo, todavía hay, hermanos, muchísimo que hacer. "Le rêve est un essai pour tâcher de nous faire assimiler des choses non encore digérées. Il est une tentative de guérison". Twitter: @jriquelmeib