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jueves, 30 de septiembre de 2010

CUANDO LA NATURALEZA ESTÁ A LA VENTA

Siempre se ha pensado que nosotros, los seres humanos, formamos junto al resto de seres vivos parte de la naturaleza. Sin embargo, cuando se lee, oye u observa en primera línea de fuego (nunca mejor dicho) las aberraciones que el ser inhumano es capaz de llevar a cabo, uno vuelve la mirada hacia atrás y pone en tela de juicio aquellas formulaciones románticas, racionalistas, ilustradas o como venga en gana de llamarlas sobre la bondad del ser humano "por naturaleza". Lo de que el ser humano es "bueno por naturaleza" que defendía Rousseau es más que discutible. Por simple naturaleza, en mi opinión ni se es bueno ni se es malo. Lo cierto es que somos animales con predisposición a ser civilizados (algunos sólo domesticados), y en esa etapa es donde llega a ser conocedor del bien y del mal, y por tanto susceptible de juicio moral. No obstante, el premio que caracteriza el estar inserto en esa nueva etapa de su vida será la libertad de elección. Pero la civilización no escapa del todo a esos instintos innatos, animales, asilvestrados si cabe. La satisfacción está por encima de la moralidad, y eso es algo que forma parte de la naturaleza. En cierto modo todo va a depender del criterio ético. Si atendemos y priorizamos que un hombre se preocupe de sí mismo (egoísmo) nos parecerá entonces malo ( es la visión predominante en las religiones monoteístas y en el socialismo; y es que en contra de lo que se cree, la religión o la ideología e incluso , la política forman parte de una cosmovisión ética; sin embargo, si aprobamos que la prioridad de un individuo sea su satisfacción (liberalismo) nos parecerá bueno.
Dejando a un lado estas reflexiones filosóficas, podemos afirmar que el humano que no se ha iniciado en la etapa de la civilización, y que todavía anda asilvestrado ofreciendo datos estadísticos con muestras considerables, resta bondad al resto de humanos que si se han civilizado. Y esto creo que es así en tanto en cuanto elimina a la naturaleza, que en la amplitud de su término nos hallamos cada uno de nosotros. ¿Acaso es la confianza depositada en el prójimo de igual condición la que nos ayudará a seguir siendo "buenos"?. En los momentos en los que la moralidad y el conjunto de princípios éticos han desaparecido, víctimas de la escalada de la sociedad globalizadora en la que todo se compra y se vende, añoramos más que nunca esos otros momentos en los que "aquellos otros civilizados" ofrecen su mano cuando rozas el precipicio y dejas de mirar al vacio para regalarle una sonrisa de agradecimiento.




martes, 28 de septiembre de 2010

DE LA HUELGA A RAMSES III A LA HUELGA A ZP





"Los trabajadores transpasaron los muros de la necrópolis ( se pusieron en huelga), diciendo: tenemos hambre, han pasado 18 días de este mes... hemos venido aquí empujados por el hambre y por la sed; no tenemos vestidos, ni grasas, ni pescado ni legumbres. Escriban esto al faraón, nuestro buen señor y al visir nuestro jefe, que nos den nuestro sustento".

El primer indicio de huelga que tenemos nos traslada al mes de noviembre del 1166 a.C., durante la construcción de la tumba de Ramsés III(en la fotografía) en el Valle de los Reyes, momento en el que los trabajadores y artesanos de esta obra iniciaron una huelga. El principal motivo de esta huelga fue la falta de alimentos, que llevaban dieciocho días sin llegar, ya que habían sido robados por el gobernador de Tebas y sus secuaces.

Los trabajadores del faraón dejaron de trabajar y se dirigieron al Rameseo, donde descansaban los restos de Ramsés II, lugar donde también se encontraban los graneros. Los obreros cansados, sedientos y hambrientos amenazaron con dirigirse directamente al visir y al faraón.

Los funcionarios del templo, atemorizados por las amenazas, decidieron distribuir la comida que los obreros les exigían, correspondientes a la ración mensual. Tras obtener lo que buscaban, los obreros y artesanos volvieron a la necrópolis y siguieron trabajando.

lunes, 27 de septiembre de 2010

LA INQUISICIÓN Y EL DESARROLLO ECONÓMICO


¿ Fue la política religiosa iniciada por los soberanos en 1480 la causa de la ruína económica de España? Es lo que ha estado repitiendo hasta hace muy poco la tradición histórica: tras verse privada, a consecuencia de la expulsión de los judíos, de los elementos más dinámicos de su población, España, presa en un fanatismo y en prejuicios de otra época, volvió la espalda a las actividades productivas, despreció el trabajo manual, persiguió por medios de la Inquisición la poca burguesía que le quedaba y se refugió en una actitud orgullosa de casta, desinteresándose de todo lo que no fueran valores militares y nobiliarios, y todo lo que está relacionado con ellos: la tierra, la renta de la tierra o, simplemente, la renta.
La creación de la Inquisición y la expulsión de los judíos provocaron una paralización pasajera, pero no una catástrofe. Tanto antes como después de 1480, España, o más exactamente Castilla, prosigue una expansión iniciada a comienzos del siglo XV y que se prolonga hasta mediados del siglo XVII, expansión que se ve reforzada por el descubrimiento de América, pero que es anterior a él. Todos los historiadores de economía - Hamilton, Carande, Lapeyre, Pierre Vilar, Felipe Ruiz Martín...- están de acuerdo: Castilla sacó provecho del mercado americano. Sus hombres de negocios dieron muestras de una competencia, de una eficacia y de un dinamismo comparables a los más grandes ejemplos que puedan encontrar en la Europa de la época. En efecto, contrariamente a lo que se ha creído, España se enriqueció durante la mayor parte del siglo XVI, y el mercado americano contribuyó mucho a ese enriquecimiento. Suben los precios y también los salarios; los empresarios, los que tienen explotaciones agrícolas y los comerciantes se benefician de ello. De no ser así, no podrían explicarse las fortunas que se amasaron, y de las que dan testimonio los numeros monumentos, palacios y casas particulares que se encuentran en las ciudades de Castilla, construídos casi todos en los buenos tiempos de prosperidad. En el último tercio del siglo XVI, la expansión comienza a desacelerarse y la tendencia se invierte. A medida que avanza el siglo, el mercado americano sigue ejerciendo una fuerte presión sobre la demanda; los precios españoles son los más elevados de Europa, pero la curva de los salarios muy pronto alcanza la de los precios, mientras que en el resto de países se van distanciando. Esa sería , según Hamilton, la explicación de la especifidad española: en todas partes, la fuerte diferencia entre los precios y los salarios permitió acumular beneficios susceptibles de ser reinvertidos. Esto dio lugar a la formación de capitales y, por tanto, al desarrollo del capitalismo. En España no sucedió nada semejante: al andar a la par las curvas de los salarios y de los precios, los beneficios fueron menores, así como la acumulación de capital; por esta razón España no entró en la era capitalista.

jueves, 16 de septiembre de 2010

LA INCREDULIDAD EN EL S.XVI

La frase más significativa de lo que debe considerarse propiamente una expresión de materialismo es la siguiente: "No hay sino nacer y morir". La hallamos docenas de veces en los procesos inquisitoriales desde el siglo XV, tal como lo reproducimos o seguida de palabras "como bestias". Algunas veces la pronuncian cristianos viejos en momentos de turbación. Se cuenta, por ejemplo, que en 1521 un tal Alonso Peralta, conmovido por la ejecución del jefe comunero Juan de Padilla, gritó: " Si Dios ha permitido tal cosa es que no existe; sólo podemos creer en una cosa: nacemos y morimos". No obstante, en la mayoría de casos esta frase revela el origen judío de quienes la pronuncian. En efecto, desde finales del siglo XIV, las corrientes averroístas y racionalistas habían conseguido adeptos entre los judíos y los conversos. Entre los que pertenecían a las élites, algunos tendían a dar una interpretación simplemente alegórica de la Torah; preferían la moral de Aristóteles a los preceptos de la Ley, y muchos no creían ya en la providencia ni en la inmortalidad del alma. Fue entonces cuando comenzó a propagarse la frase "el hombre es un animal como los demás: nace y muere y, después de la muerte, regresa a la nada". Escindidos entre el cristianismo y el judaísmo, muchos conversos cultivados acabaron por ser indiferentes en materia de religión; ya no creían en nada. En ese clima intelectual se elaboró esa obra tan desconcertante salida de la pluma de un converso, la Celestina: no es una obra cristiana, por supuesto, pero tampoco se descubre en ella la expresión enmascarada de un pensamiento o una moral judía; los personajes se mueven en un mundo que no es ni cristiano ni judío, un mundo secularizado y laico. Spinoza también se educó en esta atmósfera, cosa que nos permite comprender ciertos aspectos de su obra. Para los inquisidores, utilizar esta frase era indicio inequívoco de proceder de una familia judaizante, o de hacer profesión de materialismo.
El pueblo llano hacía una interpretación libre del sexto mandamiento. Sabían que no había que desear a la mujer del prójimo, pero no consideraban que la simple fornicación fuera pecado. Se bromeaba al respecto: ¿Cómo va a ser pecado hacer almas para el cielo? Un pastor de Ronda es perseguido en 1582. ¿Qué delito había cometido?. Explicar a un amigo la siguiente historieta; un día, Jesucristo sorprende a San Pedro haciendo el amor con una posadera; ¿qué haces ?, le pregunta, y san Pedro le responde: multiplico la especie; de acuerdo, replica Jesucristo, pero date prisa.... Acostarse con una mujer soltera o con una prostituta no es pecado, piensan muchas personas; de ser así, ni el papa ni el rey autorizarían la existencia de los burdeles. En 1573, la Inquisición considera herético decir que las relaciones sexuales fuera del matrimonio no son un pecado mortal y, a partir del año siguiente, ese delito se incluye en el edicto de fe; se invita a los fieles a denunciar los casos que conozcan, pero mucho antes ya se había comenzado a perseguir a quienes se expresaban en esos términos. En 1585, un inquisidor de Galicia justificaba esta indulgencia: la mayoría de los campesinos no han recibido ninguna instrucción religiosa; no tienen ninguna intención herética, simplemente no saben lo que dicen.