" La pasión constituye todo lo humano. Sin ella, la religión, la historia, la novela, el arte serían inútiles". H. de Balzac.
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miércoles, 1 de diciembre de 2010
EL ROMÁNICO EN CATALUÑA; LA HERENCIA DE LA MARCA HISPÁNICA
El origen del territorio que hoy llamamos Cataluña fue en tiempos de Carlomagno (siglos VIII-IX) la Marca Hispánica, es decir,un enclave fronterizo en la península Ibérica. En el siglo XI, el condado de Barcelona comenzaba a destacar sobre el resto de los condados en los que se dividía el territorio. Abierta al mundo económico, cultural y espirutual del sur de Francia y norte de Italia, Cataluña se consolidó politicamente y consiguió expandirse hacia el sur por Lérida y Tarragona. En el siglo XII llegó a anexionarse Provenza, región cuyas construcciones, tenían mucha influencia clásica, y en 1137 se unía a Aragón por el matrimonio entre el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona y la pricesa Petronila de Aragón.
El lenguaje formal del románico catalán, de influencias lombardas, provenzales y alemanas, se manifiesta en una gran variedad de edificios, desde importantes abadías y monasterios a las pequeñas iglesias de los valles pirenaicos. Se caracteriza por unas construcciones severas, con muros articulados por bandas lombardas y arquillos ciegos.
La personalidad del abad Oliba de Ripoll señala la edad de oro del románico catalán. El año 1008 fue elegido abad de esta localidad, y más tarde obispo de Vic. Desde esta posición privilegiada emprendió una actividad constructiva sin precedentes, embelleciendo y ampliando construcciones antiguas y creando otras de nueva planta como San Pedro de roda (foto de la izquierda) o San Vicente de Cardona (Barcelona). Considerado como la cuna de Cataluña, el monasterio de Ripoll (foto de la derecha) creció intensamente entre los siglos IX y XIII. Tiene el prestigio de haber sido fundado en el año 879 por el conde Wifredo el Velloso en su intención de unificar y repoblar el territorio catalán. La basílica primitiva fue reconstruída y agrandada en sucesivas ocasiones, y el monasterio contó con un scriptorium que gozó de fama en la Europa de aquella época. El abad Oliba edificó la actual iglesia, que es una gran construcción de cinco naves con un gran transepto que tiene tres capillas en cada brazo. En el exterior se observan las bandas lombardas que decoran el ábside principal y la torre. El edificio se quemó en 1835 y fue reconstruido a finales del siglo XIX.
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