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miércoles, 7 de diciembre de 2011

PLAZA MAYOR DE SALAMANCA




Encargada por el corregidor D.Rodrigo Caballero, que dio el programa iconográfico, es de gran elegancia en sus proporciones y ornamentación y regulariza parte del caserío y del entramado urbano.
Se combinan los criterios del Rococó con las características castizas mediante ventanas molduradas y balcones con placas recortadas, hojarascas, temas florales, doseles, medallones en las enjutas y un balconaje corrido.
La plaza fue terminada por Andrés García de Quiñones.
Churriguera concibió una plaza cerrada, bordeada de pórticos como paseo, según el tipo de la Plaza Mayor de Madrid.
Es tenida por la plaza más bella de España. Se puso la primera piedra el 10 de marzo de 1729, y el Pabellón Real quedó terminado en 1733; la parte norte con el Ayuntamiento sólo se terminó en 1755 por Andrés García de Quiñones, con alguna pequeña modificación del plano original.
"La Plaza Mayor de Salamanca debe considerarse, por sus dimensiones, arquitectura y belleza, como una de las más importantes de España. Camón Aznar la definió como "maravilloso modelo de plaza monumental porticada, con unidad y grandeza de concepción", y Miguel de Unamuno la consideraba hermana mayor de la plaza de Madrid. Fue declarada Monumento Histórico-Artístico por Decreto de 21 de diciembre de 1974.
La construcción de este monumental espacio-pretensión de los munícipes salmantinos desde el reinado de Felipe II- se debe al empeño del entonces corregidor de la ciudad, el mariscal de campo D.Rodrigo Caballero y Llanes, que decidió transformar la antigua plaza de San Martín del mercado en el centro álgido de la población, al que confluían sus principales calles y que ponía en comunicación el centro con la periferia. Serviría no solo para fines comerciales por las tiendas que se quería abrir en sus soportales- lo que aún perdura-, sino también habría de convertirse en el escenario de los principales sucesos y celebraciones de la población. Todo ello significaría el florecimiento de Salamanca en esa etapa.
La iniciativa del corregidor Caballero fue aceptada por el Consistorio de la ciudad en la sesión celebrada el día 9 de julio de 1728, y figura en el Libro de Actas correspondiente a esta fecha que la construcción de la plaza tenía por objeto satisfacer las necesidades de "portales o pórticos cubiertos a cuyo abrigo se puedan poner los que venden el pan, pescado, pesca, la cabritería, la recoba, las frutas y otros géneros, que con grandísimos perjuicios e incomodidades y gran embarazo para el tránsito de las gentes, carros y caballerías, se venden hoy, ocupadas las plazas y calles, y dificultan el preciso paso común".
Para llevar a cabo el ambicioso proyecto se nombró una comisión, integrada por don Barrientos y Solís, don Francisco Honorato y San Miguel, don José de Castilla, conde de Francos, don Juan Gutierrez y don Francisco de Soria, junto con el procurador general don Domingo Antonio de Guzmán. Solicitaron el correspondiente permiso del Consejo de Castilla y encargaron el proyecto al arquitecto Alberto Churriguera (1676-1750), perteneciente a una larga familia de artífices y hermano menor de José Benito y de Joaquím, que lo presentó, junto con las condiciones de la obra, el día 13 de agosto de 1728. Las obras se iniciaban, previa autorización del rey Felipe V dada el 12 de enero de 1729, con la colocación de la primera piedra el día 10 de marzo del mismo año.
A fin de reunir fondos para su financiación , el infatigable corregidor Rodrigo Caballero buscó fondos públicos, a lo que hubo que añadir diversos préstamos a bajo interés que facilitó, el entusiasta personaje, de sus propias rentas. Las obras, que habrían de demorarse por espacio de veinte años, comenzaron por la línea de la plaza que se denominó Pabellón Real, y se concluyeron en 1733; apenas cinco años. A continuación se levantaba el pabellón de San Martín, en recuerdo del nombre de la antigua plaza, cuyas obras se iniciaron en 1732 y se finalizaban en algo menos de dos años.
El día 27 de agosto de 1733 el Ayuntamiento salmantino estudiaba la edificación de una nueva Casa de Consistorial en la Plaza Mayor, que en aquellos momentos se encontraba a medio construir. Como bien ha confirmado Rodríguez de Ceballos en sus estudios, "...el ayuntamiento se las prometía muy felices, ya tenía apalabradas a algunas de las entidades propietarias de casas en la acera de Petrineros- Cabildo, clerecía de San Marcos, Universidad y clérigos regulares de San Marcos- que habían prestado su consentimiento por la parte que a ellas correspondía, cuando el Consejo de Castilla comenzó a dar largas y poner trabas al asunto". Exigía, para dar la pretendida licencia, el consentimiento de todos los propietarios, entre los que se encontraba el conde de Grajal, que, negándose a darlo, condujo al Concejo a un pleito que demoró durante años el inicio de las obras del nuevo Consistorio. En 1741 Manuel de Larra Churriguera presentaba un proyecto para el alzado de la nueva Casa Consistorial y, cuando en 1742 parecían haberse resuelto todos los problemas, se comenzó la cimentación del edificio y se colocaban los machones para los pórticos de la planta baja. Detenidas nuevamente las obras por las quejas de algunos particulares, en 1743 el arquitecto Andrés García de Quiñones, maestro del Colegio Real de la Compañía de Jesús, ofrece al municipio un proyecto realizable con "solo tomar las casas de don Juan Basanta, sin necesidad de perjudicar a nadie más, se podían erigir, a satisfacción de todos, las Casas Consistoriales".
Elegido el arquitecto Juan García Berruguilla para arbitrar entre los dos proyectos, de Larra Churriguera y de García de Quiñones, par ala nueva Casa Consistorial, se inclinó por la de este último. Así , y bajo la dirección del propio García de Quiñones, el día 1 de junio de 1751 se comenzaban a retirar las antiguas basas y a rectificar los cimientos ya iniciados.
Por lo que respecta al resto de la plaza, en 1750 comienza la segunda fase de la construcción y se encargó de las obras el mismo García de Quiñones, quien mantuvo fielmente el espíritu del primitivo proyecto, dando fin al pabellón conocido como Petrineros, a la vez que levantaba el edificio del nuevo Ayuntamiento, donde si utilizaba sus propios planos. Sin embargo, otras instituciones que edificaban en la plaza tenían sus propios arquitectos, aunque se seguían - para no perder su armonía- los proyectos de Churriguera. En 1755 la plaza quedaba concluída.
Esta obra salmantina sería la consagración profesional definitiva de su autor, que supo dotarla de un equilibrio y elegancia que realza la solemnidad que se perseguía y que Churriguera consiguió plenamente con su empeño. Como bien supo ver Kubler, "resulta la más festiva plaza pública de España, que alza cuatro pisos sobre soportales en torno a todo el cuadrado, de casi ochenta metros de lado, apartada del corazón de la ciudad medieval, como tranquilo y regular espacio vivo."
Por lo que respecta a lo que podríamos llamar el programa simbólico de la plaza, conviene recordar que para darle un talante más solemne y significativo, el corregidor don Rodrigo Caballero y Llanes, además de redactar los reglamentos por los que había de regirse la plaza, ideó un programa iconográfico dedicado a ensalzar las glorias de la Corona española (la Monarquía, el Ejército, las letras y los santos)y que tendría su desarrollo en los medallones que decorarían las enjutas de los arcos de cada uno de los frentes de la plaza. Según su propuesta, en el Pabellón Real figurarían los monarcas españoles más destacados; en el de San Martín, los valerosos militares; en el de Petrineros, un homenaje a las ciencias y a las letras y , finalmente, en el Ayuntamiento los representantes de la santidad hispana. La marcha de Salamanca del corregidor Caballero en 1732 y los problemas económicos que surgieron a continuación impidieron que ese programa se pudiera plasmar íntegramente. Y el escultor designado, Alejandro Carnicero, solamente pudo realizar su labor en los dos primeros frentes. Con posterioridad a la terminación de la obra de la plaza, se llevó a cabo la labra de algunos de sus medallones, entre ellos uno con el busto del anterior jefe del Estado, el general Franco. Este trabajo se mantiene en la actualidad a cargo de distintos escultores.
Como ya hemos apuntado, esta Plaza Mayor de Salamanca responde puntualmente al proyecto de Alberto Churriguera y este arquitecto tuvo en cuenta el efecto polícromo que debería tener el conjunto, y utilizó una piedra rosada de gran belleza, que realza su excepcional elegancia. Camón Aznar, escribía así, dando su opinión al respecto; "los elementos decorativos están combinados con tal maestría en masa y color que hacen de esta obra una de las más felices del barroco español".
Los alzados de todos sus frentes parten de una base porticada, con arcos de medio punto sobre fuertes pilares y medallones de regusto plateresco en las enjutas. Son 88 el total de arcos, en el conjunto de sus cuatro frentes, y es desigual en cada uno de ellos; 21 en el lado norte, del Ayuntamiento; 22 en el este o Pabellón Real; 20 en el sur o de San Martín, y , por último, 25 en el oeste o de Petrineros. El diferente número de arcos se debe, por una parte, a las diferentes medidas de los lados de la plaza- tiene su fachada más ámplia en el lado del Ayuntamiento, con 82, 80 metros, y las más corta en el de San Martín, con 75,60 metros; la este y la oeste miden 80,60 y 81,60 metros respectivamente-y, por otra, a la apertura de arcos de mayores dimensiones, como los que se desarrollan en el Pabellón Real y el Ayuntamiento, que dan entrada en la plaza a las distintas calles que confluyen en ella.
Sobre el pórtico se levantan tres alturas, articuladas a base de pilastras cajeadas, con severos balcones de hierro, con los vanos enmarcados por molduras con orejeras y coronados por placas recortadas. El remate de cada uno de los frentes se resuelve por una balaustrada con delgados pináculos empenachados por la flor de lis de los Borbones, lo que llevó a Jurgens a comparar la plaza entera con una sala de fiestas, por el carácter lúdico con que esos elementos ornamentales dotan al conjunto.
En el llamado Pabellón Real, en el lado este, se abre un airoso arco-llamado arco del Toro, porque por él entraban las reses que iban a ser lidiadas en la plaza durante las corridas de toros; comunicaba con la plaza de la Verdura, luego plaza del Mercado-, cuya altura engloba el primer cuerpo de la fachada. Las enjutas están decoradas con medallones que reproducen las efigies de los soberanos reinantes en el momento del inicio de las obras, Felipe V e Isabel de Farnesio. El escultor Alejandro Carnicer llevó a cabo, entre 1730 y 1733, estos relieves y los de otros monarcas, desde Alfonso VII hasta Fernando VI, que figuran en las enjutas de los arcos del pórtico. Sobre el arco, una larga inscripción grabada en cartela enmarcada con movida decoración, da constancia de las obras de ejecución de este Pabellón Real: "REINANDO FELIPE V. EL ANIMOSO, LA M.L. CIUDAD DE SALAMANCA EMPEZÓ ESTA OBRA A DIEZ DE MARZO DEL AÑO 1729, SIENDO CORREGIDOR EL SEÑOR DON RODRIGO CABALLERO Y LLANES, INTENDENTE GENERAL DE CASTILLA, POR SUS DIPUTADOS LOS SEÑORES DON JUAN DE BARRIENTOS Y SOLÍS, DON FRANCISCO HONORATO Y SAN MIGUEL, DON JOSEPH DE CASTILLA, CONDE DE FRANCOS, DON JUAN GUTIERREZ Y DON FRANCISCO DE SORIA; Y SE CONCLUYERON LAS DOCE.".

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