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domingo, 25 de octubre de 2009

LAS RAICES HISTÓRICAS DE LA ORDENACIÓN TERRITORIAL DEL ESTADO ESPAÑOL

Los trazos principales de nuestro mapa político-administrativo arrancan en último término, del proceso de Reconquista y Repoblación de la Península Ibérica por los cristianos durante los siglos VIII-XV. Fluctuante y fragmentario durante la mayor parte de la Edad Media, el mapa de coronas y reinos no adquiere cierta estabilidad hasta mediados del siglo XIII cuando se han reconquistado a los musulmanes la práctica totalidad del territorio peninsular. Esta España comprendía cinco unidades independientes, cuatro de ellas eran cristianas: Navarra y Portugal, la Corona de Castilla (extendida ya entonces por las dos terceras partes de la Península) y Aragón (dividido a su vez en los reinos de Aragón, Valencia, Mallorca y el Principado de Cataluña), junto con uno musulmán, el Reino de Granada.
La unión dinástica de las Coronas de Castilla y Aragón consecuencia del matrimonio de los Reyes Católicos, sumada a la posterior incorporación militar de los reinos de Granada (1492) y de Navarra (1512), aunque éste conservó su carácter de reino y sus instituciones), fundó una entidad política percibida de manera unitaria en el exterior, aunque internamente plural y descentralizada. De hecho, el modelo territorial del Estado, inagurado por los Reyes Católicos y mantenido por los monarcas de la dinastía de los Austrias, ha sido calificado, utilizando la terminología política actual de "federal" o "confederal", pues mantuvo vigentes las leyes y las instituciones administrativas y de gobierno propias de las diferentes coronas, reinos y territorios forales que lo componían.
Entre 1707 1716, como castigo al apoyo prestado por los territorios de la Corona de Aragón a las aspiraciones del Archiduque Austriaco durante la Guerra de Sucesión, Felipe V abolió los fueros, instituciones y privilegios tradicionales de este territorio (aunque no los del reino navarro y las provincias vascongadas, leales a su causa).
En Xátiva en su Museo Municipal podemos contemplar el cuadro de Felipe V de esta forma, boca abajo, debido a los diversos avatares sufridos por la población valenciana como represalia por su ayuda al archiduque Carlos de Austria. No obstante, les impuso la organización y la legislación castellana, suprimiendo las aduanas interiores. Desde mediados del S.XVIII, algunos destacados ilustrados (Campomanes, Jovellanos, Peñaranda...) pidieron un nuevo marco federal para así mejorar la eficacia de la administración de Hacienda.
Durante el S.XIX, con el Estado Liberal se profundizará en el proyecto centralista y uniformista, iniciado por la dinastía borbónica. A imitación de las medidas adoptadas antes en la Francia revolucionaria, las Cortes de Cádiz abolieron en 1811 los señorios jurisdiccionales, y la Constitución de 1812, preveía el establecimiento de una nueva división provincial y extendió los Ayuntamientos como tipo uniforme de organización municipal.
En el Trienio Liberal, (1820-1823) se completó la división del reino en 52 provincias. La posterior restauración absolutista retrasó la implantación definitiva hasta la regencia de Maria Cristina, al comienzo de la cual se promulgó el Real Decreto de 30 de Noviembre de 1833, firmado por Javier de Burgos (primer Ministro de Fomento).
El mapa de las 50 provincias actuales es el mismo que el de 1833 pero con algunos retoques, y fue diseñado teniendo en cuenta criterios como la población, la superficie, las principales barreras naturales para la comunicación.... Pero la base principal para la creación de nuevas provincias fue la división interna de las unidades más extensas del mapa provincial previo, buena parte de las cuales coincide con los antiguos reinos y principados.

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