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jueves, 11 de febrero de 2010

LA ONU Y LA LEY DE AMNISTÍA DE 1977

EL 14 DE DICIEMBRE DE 1955 ESPAÑA ENTRABA a formar parte de las Naciones Unidas. Lo hacía junto con otros quince países --Albania, Austria, Bulgaria, Cambodia, Finlandia, Hungria, Irlanda, Italia, Jordania, Laos, Libia, Nepal, Portugal, Rumania y Ceylan-- que, por razones diversas, no habían participado como fundadores de la Organización en la Conferencia de San Francisco en 1945. En el mismo momento España iniciaba el largo, complejo y accidentado camino de su normalización exterior. Apenas habían transcurrido ocho años desde que las mismas Naciones Unidas, en una de sus primeras decisiones, impusiera el bloqueo diplomático en contra del régimen de Franco. Habrían de transcurrir otros veintisiete antes de que la entrada de nuestro país en la OTAN --y cuatro años mas tarde en la CEE-- certificara la plena capacidad internacional de España.

Los cincuenta años transcurridos contienen al menos dos lecciones. La primera, ineludible e inolvidable, contiene una urgente demanda: la de que los españoles sean, seamos, capaces de arreglar nuestro patio doméstico de manera que nunca nos falte la cohesión nacional y democrática y que, con su disfrute, nunca más perdamos los trenes históricos que a nuestro alcance se ofrecen. Y la segunda, corolario de la primera, ofrece una simple comparación: la distancia que existe entre lo que fuimos y lo que somos. Y no se trata de recrearse beatíficamente en las diferencias si no de apreciar los esfuerzos desarrollados durante tanto tiempo por todos los españoles para conseguir lo que hace cincuenta años parecía sueño imposible y hoy muchos consideran ejemplo digno de emulación.

Sería difícil imaginar el mundo que conocemos, y que con diversas variantes proviene de los resultados de la II Guerra Mundial, sin la presencia de la ONU. Las relaciones internacionales han encontrado en la Organización un foro indispensable para el diálogo y para la legitimación de las acciones interestatales, bien distante de las fragilidades terminales que caracterizaron al mundo de entreguerras y a su plasmación en la Sociedad de Naciones.

Pero como resulta evidente la ONU sigue sufriendo debilidades, lentitudes y disfuncionalidades que ponen diariamente de manifiesto su carácter intergubernamental. Las culpas de las Naciones Unidas son en gran medida las culpas de sus Estados Miembros, incapaces de abandonar sus agendas nacionales en aras de una verdadera visión multilateral y en gran medida dedicados al intento de poner las Naciones Unidas a su servicio.

En nuestro país, la polémica está servida desde que el Juez Instructor de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzór decide pasarse por alto la ley de amnistía de 1977 para exhumar los cuerpos de las víctimas de la Guerra Civil de 1936 y hacer valer la ley de Memoria Histórica. Sin embargo, a pesar de la polémica y de los gritos en contra, la ONU recientemente ha afirmado que; "Acerca de las violaciones de los derechos humanos durante la Guerra Civil, el Comité acoge con satisfacción la Ley de la Memoria Histórica y saluda la reciente decisión de la Audiencia Nacional de examinar la cuestión de los desaparecidos.

Pero recuerda que "los delitos de esa humanidad no prescriben" por lo que pide a España que considere la derogación de la Ley de Amnistía de 1977.

También, que una comisión de expertos independientes establezca la verdad histórica y que se permita a las familias que "identifiquen y exhumen los cuerpos de las víctimas, y se las indemnice".




FUENTE:ELPAIS.COM

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