La necesidad de las reformas era planteada ya desde inicios de la década de 1960 por algunos miembros destacados del Partido Comunista Checo, entre los que destacaba el eslovaco Alexander Dubcek. Sin embargo, los sectores más inmovilistas, liderados por el secretario general del partido, Antonin Novotny, se impusieron cegando cualquier posibilidad de reformas
La postura reformista se fue extendiendo por diversos sectores sociales, especialmente los grupos intelectuales, entre los que ya destacaba un joven dramaturgo Vaclav Havel. En el IV Congreso de Escritores de Checoslovaquia, celebrado en 1967, diversas personalidades de la intelectualidad checoslovaca protestaron abiertamente contra las prácticas dictatoriales del partido. La reacción represiva de de Novotny precipitó el cambio. Breznev no le apoyó con claridad y en enero de 1968 accedió al poder una nueva dirección del partido comunista dirigida por Alexander Dubcek.
Dubcek fue el primer eslovaco que accedía al poder en Praga. Junto a medidas de reconocimiento de la nacionalidad eslovaca, el gobierno emprendió una serie de actuaciones liberalizadoras que fueron apoyadas por los medios de comunicación favoreciendo el levantamiento de la censura el día 5 de marzo. Se iniciaba así la "Primavera de Praga".
El siguiente paso vino en abril cuando el Comité Central del PC aprobó el denominado "Programa de Acción" que sintetizaba los principios en los que se debía basar el "socialismo de rostro humano" que planteaba Dubcek y su equipo. Junto a una relativa liberalización económica, se planteó un amplio programa reformista en el terreno político (libre creación de partidos siempre que aceptaran el modelo socialista, igualdad nacional entre checos y eslovacos, liberación de presos políticos) y social (derecho de huelga, sindicatos independientes, libertad religiosa).
En el terreno de la política exterior los cambios fueron relativamente modestos, manteniéndose los lazos con la URSS y el Pacto de Varsovia. La única novedad vino con el reconocimiento del estado de Israel.
El nuevo ambiente de libertad despertó a la sociedad checoslovaca: florecieron asociaciones, periódicos... Un ambiente de euforia se extendió por el país.
Sin embargo, la "Primavera de Praga" era vista con aprensión en Moscú. Breznev, de visita en Praga en febrero de 1968 obligó a Dubcek a cambiar un discurso. En mayo, mientras se celebraban en el país maniobras militares del Pacto de Varsovia, se diseñó un primer plan de invasión del país.
Las presiones sobre la dirección checoslovaca fueron múltiples y crecientes. El Kremlin trataba de que fuera el propio Dubcek y sus colaboradores los que frenaran el proceso de reformas haciendo innecesaria la invasión.
En julio de 1968, los dirigentes de los miembros del Pacto de Varsovia, reunidos en la capital polaca, dirigieron un escrito colectivo al partido checoslovaco. Dubcek se negó a aceptar la carta y a viajar a Moscú.
En agosto de 1968, Dubcek dio un paso más adelante y se publicaron los nuevos estatutos del partido que incluían muchas referencias a términos ofensivos para los dirigentes del Kremlin como "humanitario" y "democrático". A esas alturas el régimen de Praga estaba ya condenado.
El 20 de agosto un fuerza que duplicaba la utilizada en Hungría en 1956, invadía Checoslovaquia. Las protestas en las calles de las ciudades no consiguieran que las tropas del Pacto de Varsovia, exceptuando Rumanía, se retiraran.
Siguieron unas semanas de indefinición en las que los invasores no consiguieron dividir a la dirección checoslovaca. Finalmente, diversos dirigentes encabezados por Husak y Svoboda optaron por adaptarse a la "normalización" impuesta por las armas. Finalmente, en abril de 1969 Husak sustituyó a Dubcek en la dirección del partido. El héroe de la "primavera de Praga" fue expulsado del partido en 1970 y tuvo que ganarse la vida como guardia forestal en Eslovaquia.
Aunque no hubo una represión comparable a la de Hungría en 1956, se produjo una gran purga en el PC: más del 20% de los militantes fueron expulsados. La invasión permitió mantener por la fuerza un sistema que perdió todo su crédito entre la población checoslovaca.
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