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sábado, 7 de noviembre de 2009

LA "BARAKA" DE FRANCO

Los moros llaman "baraka" a la buena suerte de un individuo, algo que Francisco Franco Bahamonde tuvo en alto grado durante toda su vida. Expuesto constantemente al fuego enemigo durante toda la campaña del Rif, sólo recibió una herida grave que le granjeó fama y admiración popular, además del ascenso y condecoraciones.
Esto en lo militar. En la política su "baraka" se refleja en la serie de circunstancias siguientes:
El jefe lógico de un Estado surgido de una sublevación militar era José Calvo Sotelo, brillante dirigente del Bloque Nacional (monárquico). Fue asesinado el 13 de julio de 1936. El general de más prestigio en el ejército y jefe nato de la sublevación se llamaba José Sanjurjo. Muerto en accidente de aviación en Portugal, el 20 de julio de 1936, cuando intentaba llegar a la zona nacional para asumir su mando.
El jefe de Falange Española de las JONS, José Antonio Primo de Rivera, cuya personalidad y consignas de revolución nacional-sindicalista atraían a una juventud antimarxista pero recelosa del militarismo tradicional, fue fusilado en Alicante el 20 de noviembre de 1936. Sus lugartenientes Julio Ruiz de Alda y Onésimo Redondo fueron muertos al empezar la guerra.
El general Emilio Mola, el "Director" que organizó la trama de todo el complot rebelde, murió en accidente de aviación el 3 de junio de 1937.
El general Miguel Cabanellas, primer jefe, por edad, de la Junta de Defensa Nacional y opuesto a que se le concediera el mando único a Franco, murió el 14 de mayo de 1938.
Otros posibles rivales en el mando, como el tradicionalista Fal Conde, el democristiano Gil-Robles, el monárquico juanista Sainz Rodríguez o el falangista Hedilla, desaparecieron de la escena encerrados o desterrados por la voluntad del caudillo.
Esa "baraka" se extiende después a lo internacional. Cuando Franco ofreció entrar en la Segunda Guerra Mundial, Hitler no quiso concederle las ventajas territoriales que pedía a cambio, por no considerar necesaria la ayuda... En el momento en que sí interesó al Fuhrer la colaboración española, el signo de la contienda había cambiado: Franco dudaba ya de la victoria del Eje y los alemanes no tenían ya los medios para invadir España hacia Gibraltar sin su permiso.
Pero la prueba más grande de su buena suerte en el ambiente mundial se dió en 1945, cuando, tras el final de la Segunda Guerra Mundial y la caída y muerte de Mussolini y Hitler, sólo quedaba en Europa un jefe de Estado que había sido su amigo y cobeligerante ("División Azul") contra uno de los estados vencedores. Los días de Franco parecían contados... Y, de pronto, Stalin empieza a apoderarse, mediante gobiernos satélites, de los estados orientales de Europa. Churchill pronuncia su famoso discurso aludiendo a la "Cortina de Hierro" que ha caído sobre el continente: empieza la guerra fría y tanto Gran Bretaña como Estados Unidos deciden defender la existencia de un anticomunista convencido y situado en la estratégicamente importante Península Ibérica.
Así, desde 1945 a 1975, cuando fallezca de muerte natural en su cama, Francisco Franco Bahamonde gobernará tranquila y seguramente, ayudado siempre por su astucia y, más aún, por su "baraka".

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