En el declarado “Año de la Memoria Histórica” (2006), el documental ha llevado una carrera meteórica propia de los elegidos para la gloria: Presentada en Barcelona en Enero, estrenada en Febrero, incluida en el apartado de cine histórico de la 51 Semana Internacional de Cine de Valladolid en octubre, y emitida por TVE 2 en noviembre coincidiendo con el 30 aniversario de la muerte del protagonista implícito del documental, el General Franco.
El documental dramatizado cuyo guión fue escrito por el propio Pedro Costa junto con Roberto Cabezas y Antonio Ojeda pretende, en palabras del director, ser "un homenaje a todos los que decidieron luchar para acabar con la dictadura, una fábula cinematográfica que muestra la lucha de héroes románticos que combatieron en lugar de aguantarse como el resto de ciudadanos". Leído así, vistos sus mecenas y dado el año en que y para el que se crea, la película no dejaría de ser uno de tantos “loables” intentos para dar luz sobre una parte de la historia hasta ahora poco conocida, si no fuera por el tratamiento que se da a uno de los proyectos de atentado contra Franco, en particular el protagonizado por la Junta Política Clandestina de Falange Auténtica en Abril de 1941, el cual como veremos tiene muy poco de “homenaje”.
Para ilustrar esa parte de la película, los responsables solicitaron la ayuda del prestigioso historiador falangista Miguel Argaya, el cual haciendo gala de su buena fe, y en sus propias palabras, “fue tan inocente” que aceptó – “Respecto al documental, debo decir que no puedo estar más decepcionado. Me entrevistaron durante diez minutos y luego ni siquiera sacaron frases completas” – y ya para rizar el rizo de la falta de respeto, se homenajea a quién tan desinteresadamente se ofreció como asesor escribiendo mal su apellido (Aldaya en lugar de Argaya), en los subtítulos y títulos de crédito.
Para que os hagáis una idea sobre la trama de la película aquí os dejo una pequeña secuencia:
N- […] (Franco) Había echado del poder a los falangistas, aquellos inútiles e ignorantes que solo sabían decir cosas como que “la distancia más corta entre dos puntos pasa por las estrellas”, y en su lugar puso a personas sensatas que habían entendido que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta. Y fueron esos jóvenes tecnócratas del Opus Dei […] los que le sacaron las castañas del fuego al Caudillo, mientras los falangistas “se iban a tomar viento por la gloriosa senda de los luceros”.
La lista de adjetivos que el film dedica a los falangistas es variopinto:
"Exaltados, fantasmas, señoritos, bravucones, charlatanes, ineficaces, patéticos, inútiles, ignorantes, y de los cuales el único que se salva es idealistas"
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